Veinticuatro años después, el Premio Príncipe de Asturias vuelve a señalar a un golfista en una designación cargada de emotividad. José María Olazábal ha recogido el testigo de cristal de su amigo y mentor Severiano Ballesteros, que ganó en la tercera edición del galardón celebrada en 1989, después de superar un total de 20 candidaturas de 11 nacionalidades.