El sólido poder del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan sufre uno de sus mayores desafíos.
EL escándalo de corrupción masiva que afecta tanto a algunos de sus familiares como a ministros de su Gabinete amenazan con debilitar con fuerza la línea de flotación del Gobierno del líder islámico del Partido Conservador (AKP).
Tras las primeras detenciones ordenas por la fiscalía, Erdogan aseguró que ve un complót internacional contra Turquía en la operación anticorrupción:“Como ya he mencionado antes en la ciudad de Konya, se trata de una operación muy sucia.”
Como respuesta, la autoridad ha despedido o trasladado a otros puestos a cerca un centenar de funcionarios de la policía, en una operación que busca contener a la fuerza que lanzó la investigación.
Erdogan se ha comprometido a eliminar de su administración a los grupos que, según él, están conspirando en su contra,
Una manera de referirse, sin decirlo, a la Cofradía Hizmet (Servicio, en turco) fundada en 1970 por el clérigo Fetullah Gülen, quien lidera una organización socio-religiosa muy influyente, con seguidores entre los altos cargos de la policía y la fiscalía de Turquía.
También controla universidades privadas y medios de comunicación, por lo que ha sido calificado como un Opus Dei islámico.
La Cofradía islámica fue una antígua aliada del Gobierno, pero se alejó de Erdogan por su política de mano dura en la represión de las manifestaciones de pasado verano en Estambul. La guerra interna estalló cuando el Gobierno anunció el cierre de las escuelas preparatorias para el acceso a la universidad, su principal fuente de ingresos.
La tensión y el sentimiento antiErdogan volvió a dispararse de nuevo en las calles. En Estambul la policía utilizó cañones de agua y gas lacrimógeno para dispersar varias protestas contra la corrupción.
Los seguidores de Gülen emergen ahora como el principal poder de la oposición del partido del Gobierno, en vísperas de las elecciones municipales y presidenciales de 2014.