El periodista de investigación que se esconde bajo el pseudónimo de Antonio Salas, ha confesado que su trabajo, que le ha llevado a infiltrarse en los grupos neonazis de Madrid, entre el mundo de la prostitución y en las redes del terrorismo internacional, le impide poder presentar sus libros y tener contacto directo con sus lectores, algo que, según confiesa, le "encantaría", si bien reconoce que descubrir su auténtica identidad supondría el fin de las infiltraciones.