Italia cuenta las horas para que Matteo Renzi se convierta en su nuevo primer ministro. El alcalde de Florencia, líder del Partido Democrático y artífice de la caída del ejecutivo liderado por su correligionario Enrico Letta, recibirá probablemente este fin de semana el encargo de formar Gobierno por parte del presidente de la República, Giorgio Napolitano, que inició ayer una ronda de consultas con los partidos políticos.
Hay quien reprocha a Renzi que haya devuelto al primer plano de la política italiana a Silvio Berlusconi, sobre quien pesa una condena firme por fraude fiscal y otra por inducción a la prostitución de menores. Il Cavaliere, que asegura sintonizar con Renzi porque no es de la escuela comunista, ha recordado que es el último jefe de Gobierno elegido por el pueblo en las urnas.
Sea como fuere, su apoyo se antoja necesario para la estabilidad de cualquier ejecutivo debido, entre otras cosas, al boicot permanente del Movimiento Cinco estrellas del cómico Beppe Grillo.
En las calles, indignación:
– “Lo que pasa no es comprensible”, decía una vecina de Roma.
– “Preferiría que respetasen las reglas de la Constitución italiana”, añadía su esposo.
– “Nos gobiernan desde el extranjero. Esto ya no es una democracia parlamentaria”, opinaba otra ciudadana.
– “Hubiera preferido ir a votar”, sentenciaba una cuarta persona.
Salvo sorpresa mayúsculas, Renzi, que ha prometido hacer las reformas económicas que sus predecesores no se han atrevido a acometer, se convertirá a sus 39 años en el primer ministro más joven de la historia de Italia.