Las calles de Venezuela evidencian la polarización del país. El sábado la policía utilizó cañones de agua y gases lacrimógenos para detener a opositores que trataban de cortar una autopista de la capital, Caracas.

Diez personas resultaron heridas en la cuarta jornada consecutiva de protestas desde que el pasado miércoles hubiera tres muertes en manifestaciones similares. De los 99 detenidos desde ese día en todo el país, 13 permanecen en prisión y muchos de los liberados están pendientes de juicio.

Pero las numerosas concentraciones no atraen a un excesivo número de personas y los rivales políticos de Nicolás Maduro discuten si es el camino a seguir. Para el presidente la actual situación, de la que culpa a fascistas, no es más que una guerra económica auspiciada por Estados Unidos, los especuladores y la propaganda occidental.

El sábado miembros de las fuerzas de seguridad allanaron la casa de los padres de Leopoldo López, dirigente del partido opositor Voluntad Popular acusado por Maduro de promocionar la violencia y sobe el que hay una orden de arresto.

Pero el chavismo también ha mostrado su fuerza en las calles. El sábado por la mañana una multitud de seguidores oficialistas se dieron cita en la plaza Venezuela bajo el lema “por la paz y la vida”.