La mina de oro de Benoni, 40 kilómetros al este de Johanesburgo, mantiene a entre 20 y 200 trabajadores atrapados en su interior.
Todos ellos son furtivos que accedieron a la mina rompiendo los precintos para extraer la materia prima, un fenómeno muy extendido en un país que cuenta con 6.000 pozos cerrados.
De momento han sido rescatadas 11 personas, todas ellas detenidas por entrar en propiedad privada sin permiso.
“Era un pozo cerrado con losas de hormigón, deliberadamente para impedir que la gente entrara, pero de alguna manera han conseguido colarse”, explicaba el responsable de los equipos de rescate, Moshima Mosiya.
El miedo a ser detenidos como lo han sido los primeros evacuados les hace reacios a salir. La entrada a quedado bloqueada, según la policía, por un desprendimiento o por una cuadrilla rival. La mayor tragedia ocurrida en una de las explotaciones ilegales de Sudáfrica se produjo en 2009 cuando murieron 82 personas.