La impunidad se ha mantenido en la mayor parte de las masacres cometidas por el paramilitarismo y por algunos poderosos agentes del estado.
El hallazgo de tantas fosas comunes, que reflejan la magnitud del conflicto interno y el nivel de descomposición alcanzado, ha pasado casi desapercibido por los grandes medios de comunicación. La razón es sencilla.
Los grandes medios pertenecen a conglomerados económicos y élites pudientes, con intereses evidentes en las regiones donde la violencia se ha instaurado con mayor fuerza.
Y es precisamente en estas zonas del país donde ha sido encontrada la mayor cantidad de fosas comunes.
En La Macarena, en el Río Atrato, en el Cauca, hay enormes intereses estratégicos de compañías nacionales y de transnacionales.
Son regiones ricas en minerales, en agua y en biodiversidad.
Los pobladores de las cientos de comunidades afectadas, representantes de las minorías étnicas, líderes campesinos y defensores de Derechos Humanos han alertado continuamente sobre la magnitud del problema, pero sus voces son acalladas mediáticamente, o silenciadas con la muerte si persisten en sus denuncias.
El terror es usado para disuadir la reivindicación social de las comunidades y desocupar territorios. Las fosas comunes son el testimonio silencioso y atroz de un sistema que se ha valido de la muerte para su desarrollo.
INVITADOS:
María Ubilerma Sanabria, Madre de Jaime Steven - Soacha, Colombia
Luis Guillermo Pérez Casas, Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo - Colombia