Hay quienes se lamentan porque sus hijos no son comunicativos, pero habría que preguntarse si tal vez son los padres los que no propician aquellos espacios de diálogo, donde además de darles consejo, se debe guardar una actitud de escucha. Es en esas charlas, donde se vive una verdadera conexión entre padres e hijos. Cuántas discusiones se podrían ahorrar si antes de regañar a los hijos y exaltarse ante sus errores, primero se les dedicara unos minutos a escucharlos a saber lo que sienten, lo que piensan, los que les atemoriza, lo que les alegra, lo que les preocupa, lo que les pasa… Escuchar a los hijos es uno de los mejores actos que podemos hacer por su formación integral.