Escarmentados por la agitación política que siguió a la Revolución Naranja hace diez años, y consternados por la muerte de sus compañeros de lucha en Maidán, los ucranianos no quieren que esta vez les roben su revolución. La composición del Gobierno interino se esperaba febrilmente, y el primer ministro en funciones se ha mostrado plenamente consciente de la dificultad de la tarea:
Arseniy Yatseniuk:
“Tenemos que formar un Gobierno responsable y no se trata de personalidades, se trata de responsabilidades. Que sepan que estar en este Gobierno es un suicidio político. Y tenemos que ser muy francos y abiertos: sus miembros son suicidas políticos”.
Arseni Yatseniuk compensa con lucidez la falta de carisma. Sabe que las decisiones que tendrá que tomar en los próximos días y semanas serán impopulares, y que su papel ahora puede comprometer su futuro político.
Pero Arseni Yatseniuk está acostumbrado a la sombra. Al principio de la revolución, emerge entre las nuevas figuras de la oposic