Humo negro frente a la sede del gobierno regional de Tuzla.
Otra marcha que desfila delante de las autoridades ausentes. Las protestas se multiplican en las últimas semanas en Bosnia-Herzegovina. ¿Podríamos hablar de otra primavera política? Tuzla, en esta ciudad empezó todo, hace unas semanas. Familias de clase media secundan las marchas estudiantiles y de trabajadores en paro.
El descontento ciudadano ha hecho caer a cuatro de los diez gobiernos regionales del país, ¿qué está ocurriendo?, hablamos con uno de los líderes de las protestas.
Damir Arsenijevic:
“La corrupción, los partidos políticos controlan a los jueces, a la policía, promueven el terror en la vida de los ciudadanos y, lo que es peor, los políticos roban de las arcas públicas, son cada vez más ricos.”
Emin Eminagic, activista:
“Nos han mentido durante 20 años, nos han oprimido durante dos décadas, la gente está cabreada, muchos no tienen de qué vivir. No hay perspectivas de trabajo, no tenemos futuro si no cambiamos las cosas.”
A principios de Febrero, las sedes de los gobiernos locales de Sarajevo, Zenica y Tuzla ardieron, el peor brote de violencia desde el fin de la guerra en 1995.
Los disturbios dieron paso a marchas en signo de protesta durante semanas, esta vez pacíficas.
Tuzla, es la capital de la región del mismo nombre.
Según cifras de la oficina del paro, el número de desempleados, 100.000, supera el de personas trabajando, 80.000.
En este país con algo menos de cuatro millones de personas, las estadísticas sobre el paro varían, del 25% al 45% de la población.
Aldin teme por su vida y ha pedido asilo político a varios países europeos. Su osadía le ha costado el puesto a una docena de ministros de diversos gobiernos regionales. Fue él quien inició las protestas cuando decidió hacer público el soborno al que él y su mujer se vieron sometidos.
Aldin Siranovic:
“El ministro regional de Sanidad le dijo a mi mujer que si quería un puesto fijo en un hospital público tenía que pagarle al director del centro 25.000 marcos, el equivalente de 13.000 euros. En mi caso, obtuve una plaza tras unas oposiciones en la empresa pública de telefonía, estuve trabajando durante tres meses y, un día, mi superior me dijo: “si no nos pagas los 25.000 marcos correspondientes por obtener un empleo aquí, te echaremos, tengo a un primo que le gustaría ocupar tu puesto.”
Otra de las consecuencias de la corrupción generalizada es la deuda galopante que acumulan los diferentes gobiernos de Bosnia. La división administrativa orquestada en los acuerdos de Dayton ha multiplicado, también, el gasto público y sus desmanes.
Emir Dikic, trabaja para la ONG “Transparency International” y sabe de lo que habla:
“La reforma del sistema judicial ha fracasado debido al control que ejercen los políticos y, el resultado, es un país corrompido por los seis o siete hombres más poderosos del país. Hablo de los presidentes de las regiones y de sus secuaces políticos.”
En esta zona industrial, ahora en desuso, trabajaban cerca de 3.000 personas. Sakib Kopic pasó 33 años de su vida en una planta química de Tuzla. Hoy, secunda las protestas que han hecho caer el gobierno regional, al que acusan de “mafia privatizada”, ¿por qué?
Sakib Kopic:
“Actúan así: compran un compañía por un precio irrisorio, piden un préstamo al banco, luego otro y otro hasta que acaban arruinando a la compañía, la cierran y, luego, esta mafia privatizada se mete el dinero en el bolsillo. La gente que se ha enriquecido con este tipo de privatizaciones debería ir a la cárcel y picar piedras con un martillo de goma.”
Dejamos atrás las arruinadas industrias petroquímicas de Tuzla y nos dirigimos a Zenica, el corazón de la industria metalúrgica de Bosnia.
Su gobierno cayó, también, aquí las asambleas ciudadanas se han organizado, como en otras regiones del país, para abolir los privilegios de los políticos.
Aldin y Mustafa solían organizar quedadas a través de las redes sociales para protestar contra la contaminación en esta región siderúrgica, hoy, los conocidos “flash-mobs” atraen a descontentos con el gobierno local.
Aldin Alic, Political, estudiante:
“La estructura estatal es muy compleja, en Bosnia-Herzegovina hay 13 gobiernos, cerca de 130 ministros y, a la cabeza, 5 presidentes, toda una panda de líderes que no consiguen dirigir nada.”
Mustafa Bisic, estudiante de economía:
“La Unión Europea y Estados Unidos deben ayudarnos a cambiar las cosas.”
Nos dirijimos ahora a Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina.
Estos obreros reparan los desperfectos que ocasionó el incendio tras las protestas en la sede gubernamental hace unos días.
Hoy, las protestas son pacíficas pero reflejan el hartazgo general hacia un modelo estatal que, pese a haber sido concebido para acabar con las disputas entre serbios ortodoxos, croatas católicos y bosnios musulmanes no ha hecho sino acrecentar el disfuncionamiento de las instituciones.
Valentin Inzko es el hombre que vela por el cumplimiento de los