Diez años después de la mayor masacre terrorista que ha conocido el país, las vícitmas que sobrevivieron al cruel ataque siguen combatiendo las secuelas y luchando contra los fantasmas del pasado.
Las bombas que una célula islamista colóco en varios trenes a primera hora de la mañana segó la vida de 191 personas, trabajadores que se dirigían a sus puestos de trabajo. Y un policía moriría días más tarde, cuando los geos dieron con los terroristas en un piso de Leganés y estos últimos hicieron saltar otra carga explosiva. La cadena de atentados dejó además 1.900 heridos; personas marcadas de por vida por el horror que vivieron.
Los homenajes de este martes pretenden cerrar una década de laboriosas pesquisas judiciales y agrios enfrentamientos políticos envueltos en un clima de recurrente crispación social.
En total, 21 personas han sido condenadas por lo ocurrido aquel día y 472 yihadistas han sido detenidos desde entonces.