Ante la reunión del viernes en Londres con su homólogo ruso Sergéi Lavrov, el secretario de Estado estadounidense ha reiterado su compromiso con las sanciones en caso de que Rusia se quiera anexionar la península de Crimea. Algo que de momento no parece afectar al rumbo de Moscú, que ha vuelto a realizar maniobras militares cerca de Ucrania.

El primer ministro ucraniano Arseni Yatseniuk, se dirigía en la ONU a Rusia: “Instamos a la Federación Rusa a replegar su fuerza militar destacada en Crimea a sus cuarteles y a empezar unas verdaderas negociaciones”. “Déjeme que me dirija a Rusia”, pedía para posteriormente espetarle al embajador ruso: “¿Es que Rusia quiere una guerra?”.

“Le doy una respuesta directa a la pregunta de Yatseniuk: Rusia no quiere la guerra. No queremos la escalada de la situación”, le respondía el representante ruso Vitaly Churkin.

No obstante la Unión Europea y Estados Unidos andan con pies de plomo ante un reloj que corre a favor de Rusia. Las potencias europeas, dependientes del gas de Moscú, no han dado todavía ningún paso decisivo y siguen mentando el camino diplomático.