Kiev anunciaba el miércoles la obligatoriedad del visado para los rusos que entren en Ucrania. Horas más tarde, Moscú hablaba de la adopción de una medida recíproca.
El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, ha reconocido la precipitación en una decisión que afectaría a los ciudadanos de a pie.
Mientras, la Administración rusa ya distribuye pasaportes en Crimea, como explicaba el presidente de la Duma rusa, Serguéi Naryshkin: “Desde el 18 de marzo, todos los ucranianos y cualquier persona carente de nacionalidad pero que viva en Crimea o en la ciudad de Sebastopol son ciudadanos rusos de pleno derecho. Las fronteras de la República de Crimea son ahora las fronteras de la Federación Rusa”.
En las calles de Járkov creen que si se adopta la medida sería perjudicial para los millones de ucranianos que trabajan en Rusia: “Estoy en contra de esta decisión porque tengo muchos familiares en Rusia. No me parece que tenga mucho sentido. Está claro que mucha gente que vive en Ucrania tiene familiares en Rusia”.
“Ambos países solían vivir como amigos” —decía un joven— “y ahora de pronto es como si de golpe esta hermandad se hubiera acabado para siempre”
Muchos ciudadanos esperan que el Gobierno ucraniano trabaje para preservar la integridad territorial de Ucrania y no abra más frentes de conflicto con Rusia.