El anuncio oficial de Abdel Fatah al Sisi de que va a participar en la carrera presidencial era un momento muy esperado por los egipcios. No en vano parte como favorito. Lo ha hecho nueve meses después de derrocar en un golpe militar a Mohamed Mursi y tras dimitir de su cargo gubernamental como le exigía la Constitución.

“Todos queremos a Al Sisi y le queremos de presidente. El problema no es quién será presidente, el problema es ser solidario; y la disputa no es sobre quién dirigirá el país, tenemos que cuidarnos los unos a los otros”, dice un cairota.

“Estoy contra la candidatura de Al Sisi, porque prefiero no darle el poder a un militar, prefiero un candidato civil. Porque si tenemos problemas en el futuro el Ejército nos protegerá, será neutral. De otro modo estaremos solos”, asegura otro.

La nueva Carta Magna aprobada por Egipto en referéndum en enero, obliga al presidente a ser un civil, por lo que Al Sisi ha tenido que dejar todos sus cargos.

“Al Sisi ha salido finalmente de la cobertura del Ejército al declarar su participación en las elecciones presidenciales como cualquier ciudadano egipcio, pero todavía queda la importante cuestión de saber qué posibilidades tienen de conseguir sus aspiraciones los que han pagado mucho por las diferencias políticas de los últimos tres años”, cuenta nuestro corresponsal.