A partir del uno de abril subirá tres puntos, hasta el ocho por ciento, una de las medidas que el Gobierno de Shinzo Abe implementará para tratar de reducir la enorme deuda del país, una de las más altas de entre las potencias económicas mundiales.
Entre los consumidores no gusta esta subida de impuestos, pero también hay resignación. “Bueno, no hay elección, así que tendremos que aceptarlo. Pero sería bueno que siguiera al cinco por ciento”, aseguraba un cliente en un supermercado. “Si se calcula cuál será la diferencia a final de año en la cesta de la compra, no es mucho”, aseguraba otra, que no apoya que se compre mucho aprovechando el IVA menor: “Además podría terminar comprando algo que no necesito. Así que mejor no pensar en comprar ahora todo antes de que suba el IVA”.
Desde 1997 no subía el impuesto sobre el valor añadido en Japón. La última vez que lo hizo la recesión golpeó duramente el país. Algunos esgrimen esto como crítica a la decisión del Gobierno. Otros sin embargo consideran que el contexto es diferente (durante esos años se produjo una crisis generalizada en Asia) y que el crecimiento de Japón, que se cifra en alrededor del 1,2%, no será frenado por esta alza de impuestos.