Berlín concede el beneficio de la duda a Francia y a sus dos nuevos ministros de Finanzas y Economía, recibidos en la capital alemana en su primera visita al extranjero. En la sede del ministerio de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble acogió a su homólogo francés Michel Sapin. Sobre la mesa, estaba el incumplimiento francés de sus déficits públicos.
“Necesitamos un crecimiento suplementario”, argumentó Sapin en la rueda de prensa conjunta. “Es indispensable conseguir así que todos los compromisos tomados por Francia se respeten en este itinerario en 2015, 2016 y 2017”.
Estas palabras responden al hecho de que, en 2013, Francia volvió a sobrepasar el límite marcado por Bruselas de déficit público y difícilmente bajará del tres por ciento en 2015 como acordado.
“Francia conoce sus responsabilidades y me lo confirmó oír al señor Sapin”, declaró diplomáticamente Shäuble. “No necesitamos más pruebas. Sabemos que dependemos uno del otro. Alemania necesita a una Francia fuerte”.
Simultáneamente, el ministro de Economía francés Arnaud Montebourg era recibido por su anfitrión alemán Sigmar Gabriel. Su labor, en este caso, es la industrialización y no la austeridad. Una combinación que funciona en Alemania y que está por ver sus resultados en Francia.