Angela Merkel visita Atenas un día después del regreso de Grecia a los mercados internacionales. La canciller alemana quiere dar así un espaldarazo a las duras e impopulares reformas del Gobierno de Andonis Samarás.
Bruselas también intenta animar, aplaudiendo su colocación de bonos por valor de tres mil millones de euros.
Pero para el griego de a pie, nada ha cambiado.
“Por como está la situación ahora, me preocupa que no haya crecimiento no ya en dos años, ni siquiera en diez”, se queja esta joven.
El centro de Atenas estará blindado por las fuerzas de seguridad, en estado de máxima alerta después de que en la mañana de ayer la explosión un coche bomba ante el Banco de Grecia causara importantes daños materiales, en un atentado atribuido a grupos anticapitalistas.
El Primer Ministro Samarás quiere ver la luz al final del túnel:
“Los mercados internacionales han expresado de forma inequívoca su confianza en la economía griega, su confianza en el futuro de Grecia. Porque es en el futuro en el que invertirán, y en la capacidad de Grecia para salir de la crisis”.
La policía ha prohibido las manifestaciones por el centro de la ciudad; el principal partido de la oposición, el izquierdista Syriza, ha convocado una protesta fuera de la zona cercada.
Angela Merkel y las medidas económicas que ha promovido simbolizan para los griegos la austeridad, los recortes y el paro que les ahogan desde hace cuatro años.