Desde hace más de una semana muchos ciudadanos se acercan a la Plaza de la Libertad para protestar contra el monumento que representa a Hungría como una víctima del nazismo y no como un colaborador del mismo.
Judíos y no judíos húngaros acuden cada día a quitar las vallas que rodean las obras de la estatua para crear lo que ellos llaman “un monumento viviente”.
“La historia aquí está falseada, esto es algo que nadie quiere. No entendemos por qué tiene que pasar esto, así que venimos todos los días y lo destruimos, y ellos lo reconstruyen. Es eso”, explica esta mujer.
El monumento representa a Hungría, en la forma del Arcángel San Gabriel, siendo atacado por un águila imperial que simboliza la Alemania nazi. Durante la Segunda Guerra Mundial, Hungría fue un aliado de Alemania y deportó judíos en masa desde 1944.
El monumento debería de estar terminado antes del 31 de mayo, día que se conmemora el 70 aniversario de la ocupación nazi de Hungría.
“El Gobierno intenta construir en esta plaza un monumento de piedra y acero, negando su responsabilidad de lo ocurrido en Hungría, después de que 437.000 personas murieran en los campos de concentración”, critica el historiador, Istvan Rév.
La principal organización judía de Hungría decidió boicotear las conmemoraciones de Estado, en cierta parte, por la estatua.
El 16 de abril fue el día que se creó el gueto judío de Budapest. Para conmemorar el 70 aniversario el presidente y el viceprimer ministro participaron en un homenaje en otro monumento. Admitieron su responsabilidad nacional, al igual que el exministro de Educación, que fue quien propuso celebrar este día.
“No vemos el Holocausto como algo que pasó en un país lejano, sino que forma parte de la historia de Hungría. Los asesinos fueron húngaros y las víctimas también eran húngaras, así que nos atañe, no es algo ajeno a nuestra historia”.
Los que critican el monumento también acusan al Gobierno de un doble discurso y de que con este proyecto intentan captar los votos de la extrema derecha.