Los últimos insurgentes abandonan Homs, su gran bastión

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Han sido casi dos años de asedio y resistencia en el bastión de la insurgencia contra Bachar al Asad. Los rebeldes se han retirado del casco antiguo de Homs. Tras la marcha de los últimos este viernes, el ejército ha retomado el control de la ciudad devastada.
Unas mil 500 personas, la mayoría milicianos, la han abandonado desde el miércoles en autobuses escoltados por la ONU.

Homs es, efectivamente, una gran ruina. El centro se reduce a un montón de escombros. Los edificios aún en pie están acribillados por proyectiles, las malas hierbas lo invaden todo.

La primera misión de los militares sirios será peinar sus calles en busca de minas.

El último barrio ocupado por los rebeldes ha sido el de Uaer, en el noroeste. La retirada se produce en virtud de un acuerdo firmado por ambas partes el pasado domingo.

Este es el primer repliegue insurgente de una gran ciudad desde el comienzo de la guerra hace tres años. En 2011 Homs fue escenario de manifestaciones masivas contra el régimen. Tras ser duramente reprimidas, se produjo el levantamiento armado.

Desde entonces se la conoce como “capital de la revolución”. Homs ha sufrido el más intenso cerco del conflicto, reforzado por incontables bombardeos. La escasez de alimentos y medicinas la llevaron a una situación límite. El pasado febrero, una tregua auspiciada por la ONU logró evacuar a 1400 civiles. Después, los combates se recrudecieron.

2200 personas perdieron aquí la vida durante estos veinte meses.

El acuerdo se produce al margen de la fracasada cumbre internacional celebrada en febrero en Ginebra.
Para el régimen de Bachar al Asad, esta es una gran victoria mediática y simbólica.
Puede marcar un punto de inflexión en una guerra que, sin embargo, no ha acabado.

Durante la evacuación, un atentado reivindicado por el Frente Islámico, principal alianza opositora islamista, hizo volar el hotel Carlton de Alepo, base de operaciones de las fuerzas progubernamentales. Catorce personas murieron en la explosión.

Pero la marcha de Bachar al Asad se antoja cada vez más improbabable.
Dentro de menos de un mes, Siria celebrará elecciones presidenciales, calificadas de farsa por una oposición dividida.
Al Asad, que aspira a un tercer mandato, aparecía mmhace dos días dando supuestas muestras de afecto a niños víctimas de un conflicto que ha causado más de 150 000 muertos.

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