A trece días del comienzo del Mundial de Fútbol, las autoridades brasileñas afirman tener todo a punto para garantizar la seguridad durante la competición.
Cien mil policías y casi 60 000 soldados vigilarán estadios, aeropuertos y fronteras.
En el recuerdo de todos, las protestas de millones de personas, algunas de ellas duramente reprimidas, durante la celebración el año pasado de la Copa Confederaciones.
“Además de las tareas que corren a cargo del Ministerio de Defensa, como controlar estructuras estratégicas y el espacio aéreo, el ejército también ayudará con el refuerzo de las unidades desplegadas en la calle”.
Se anuncian para los próximos días varias manifestaciones contra el enorme gastos público en el Mundial. Aunque estas protestas van perdiendo fuelle. La celebrada ayer en Rio reunió a apenas unos cientos de personas, que optaron por unirse a una más concurrida marcha de maestros.
La presidenta Dilma Roussef ha declarado tener confianza en que los brasileños hagan lo de siempre: “juntarse con los amigos, comprar unas cervecitas y animar a su selección”.