Recién investido como presidente de Ucrania, Petró Poroshenko ya ha marcado la pauta de su mandato. En una reunión con Joe Biden, ha asegurado al vicepresidente estadounidense que Kiev será “un buen socio” para Washington. También ha anunciado su intención de firmar el Acuedo de Asociación con la Unión Europea ante de que acabe este mes. Poroshenko se ha comprometido asimismo a mantener la unidad del país y ha presentado un plan de paz, que incluye una descentralización del poder y garantizar el uso del idioma ruso.

Pero en el este separatista, en localidades como Kramatorsk, las palabras del flamante presidente ucraniano han sido recibidas con escepticismo. “Nuestro camino no es el de Poroshenko. Es imposible que el este y el oeste estén reunidos, sobre todo después de que Kiev apoyara el asesinato de gente en Slaviansk y Kramatorsk”, dice una mujer. “¿Qué va a ocurrir? No lo sé. Tengo esperanzas, pero ya veremos”, afirma otro vecino.

Entretanto, en Donetsk moría acribillado a tiros un asistente de Denis Pushilin, el líder de la autoproclamada república República Popular de Donetsk. Según Pushilin, el asesinato de su colaborador fue obra de profesionales, no de delincuentes locales o hooligans.