Luchando contra la resistencia de las bacterias a los antibióticos

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La utilización masiva de antibióticos ha hecho que las bacterias sean cada vez más resistentes. Como consecuencia de ello, la eficacia de los propios antibióticos se ha reducido notablemente. Se estima que cada año en Europa la resistencia a los antibióticos provoca la muerte a unas 25,000 personas y, paradójicamente, es en los hospitales donde las bacterias resistentes proliferan amenazando nuestra salud.

Los expertos consideran que es urgente impulsar la investigación para luchar contra la resistencia a los antibióticos. Científicos, como el Profesor Goossens de la Universidad de Amberes, intentan comprender este fenómeno.

“Las bacterias son organismos inteligentes, porque pueden encontrar la manera de protegerse de los antibióticos”, asegura el Profesor Goossens.

Para resistir a un antibiótico una bacteria puede, en primer lugar, cambiar de apariencia. El medicamento concebido para reconocer una puerta de entrada específica se pierde dejando a la bacteria tranquila.

Otra estrategia de la bacteria para protegerse puede ser simplemente que ésta cierre sus puertas de entrada.

La tercera posibilidad es que absorva el medicamento para poder deshacerse de él más fácilmente.

Por último, la bacteria también puede dejar entrar el antibiótico para producir después enzimas capaces de degradarlo.

Comprender mejor este fenómeno de resistencia ayudaría a los científicos a desarrollar nuevas moléculas.

De hecho, la ciencia ha dado recientemente un gran paso para luchar contra una de las peores amenazas que existen para nuestra salud: la tuberculosis multiresistente. Los gérmenes que provocan esta enfermedad altamente contagiosa han sufrido mutaciones a lo largo del tiempo volviéndose, en algunos casos, totalmente resistentes a todos los tratamientos que existen hoy en día.

En concreto, un laboratorio belga ha desarrollado una sustancia activa muy prometedora para luchar contra la tuberculosis resistente.

Jérôme Guillemont y Koen Andries son los investigadores que han descubiero esta sustancia y para llegar hasta ella han tenido que probar miles de sustancias químicas combinadas entre ellas.

Tras varios años de trabajo, la tenacidad de estos dos científicos ha sido recompensada con el descubrimiento de la bedaquilina.

“La bedaquilina es un antibiótico muy especial en el sentido de que es el primer antibiótico capaz de interferir en la producción de energía de la bacteria. Reduciendo su energía consigue frenar su crecimiento inmediatamente y un par de días después consigue acabar con ella”, explica Andries.

Pero Andries ha realizado otro descubrimiento: los agentes patógenos de la tuberculosis consiguen desarrollar resistencias a la nueva sustancia en un principio prometedora.

Por el momento, los científicos estudian otras moléculas antibióticas, como en la Universidad de Lieja.

“La lactivicina, por ejemplo, es un compuesto producido por un champiñón. Éste fue descubierto en los años 80. Desarrolla una actividad antibacteriana importante pero el problema es que es tóxico para el hombre”, explica el Profesor Moreno Galleni.

Pero los científicos han conseguido ya acabar con esa toxicidad y la molécula estudiada en Lieja consigue sin problemas impedir a las bacterias que se conviertan en resistentes. Según el Profesor Galleni, de la Universidad de Lieja, el objetivo de la ciencia debe ser el descubrimiento de nuevas moléculas para el desarrollo rápido de nuevos antibióticos.

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