Los rusos sufren a su vez las consecuencias del embargo de su país a los alimentos occidentales. En solo dos semanas, la inflación para estos productos se ha disparado en un seis por ciento según los cálculos de la televisión británica BBC. Oficialmente, se reconoce un aumento del seis por ciento en el pescado congelado, un cinco en la leche y un cuatro en el queso. En las islas del extremo oriental de Rusia, los populares muslos de pollo incluso se han incrementado en un sesenta por ciento.

Aunque las autoridades afirman que hay suficientes existencias para como mínimo un mes, fotos publicadas en las redes sociales muestran los supermercados de Moscú con estanterías vacías como en la época de la Unión Soviética. Difícilmente, las provisiones procedentes de Brasil, Argentina, Turquía o Egipto podrán frenar la escalada porque la carne de cerdo ya había aumentando antes un veinte por ciento por un embargo anterior.