El flujo de refugiados prosigue en el campamento de Suruc, en el sureste de Turquía. Muchos de ellos llegan de la ciudad siria de Kobani, un enclave kurdo cerca de la frontera. Casi todos llegan con lo puesto, traumatizados por el calvario vivido antes de huir. Mustafa y su hermana lograron escapar de los yihadistas del grupo Estado Islámico.
Mustafá Misto. Refugiado:
“Los yihadistas entraron en nuestro pueblo y nos pusieron en una situación imposible. Todo el mundo tenía miedo, la gente empezó a huir. ¿Qué les han hecho los niños? los pòbres estaban aterrorizados. Nos atacaron con bombas y tanques. Los civiles no tienen nada que ver con la guerra, pero son los que mueren. La situación es extremadamente difícil. Aquí intentan ayudarnos, pero para los niños esto es durísimo. Sólo podemos sentarnos y esperar”.
F. Misto:
“Nos robaron el ganado. Nos saquearon…dejamos nuestra casa y nuestras tierras, y ellos lo quemaron todo. Hirieron a los bebés… solo saben hacer daño”.
Según las autoridades turcas, tras 4 días de éxodo masivo, la llegada de kurdos de Siria ha disminuido levemente. Según las últimas cifras, son cerca de 140.000.