Después de la tormenta, la calma se ha embargado del centro de Honk Kong.
Miles de “indignados” de esta península con bastante autonomía pero administrada por Pekín siguen ocupando, pacíficamente, las principales arterias de la ciudad.
Ante la aparente vuelta a la tranquilidad, el Gobierno local ha retirado a los agentes antidisturbios que anoche intentaron dispersar con gases lacrimógenos y balas de goma las protestas en favor de más democracia.
“Ruego a las personas que bloquean las calles a irse de forma pacífica y tan rápido como puedan, para que no afecten al tráfico y al día a día de nuestra comunidad. También insto a los organizadores de ‘Occupy Central’ que paren la ocupación en beneficio de la sociedad”, pedía el jefe del Ejecutivo hongkonés, Leung Chun-ying.
El lema “un país, dos sistemas” que limita la autonomía democrática de Hong Kong y confiere el control a las autoridades chinas es lo que los manifestantes pretenden eliminar.
“Mucha gente ha cantado proclamas como: ‘queremos democracia real y un verdadero sufragio universal’. Ese es el objetivo de nuestro movimiento y estamos muy contentos de lo que ha pasado hoy”, decía uno de los responsables de ‘Occupy Central’.
Según los organizadores durante el fin de semana unas 80.000 personas han invadido las calles céntricas de Hong Kong. Un desafío que supone una de las mayores amenazas al “establishment” político chino y que además cuenta con el apoyo total de otros díscolos en conflicto con Pekín, el Gobierno de Taiwán.