La Alianza Atlántica ha vuelto a interceptar en estas últimas horas más de una docena de aviones militares rusos en la zona.
La mitad bombarderos estratégicos de largo alcance, capaces de transportar armamento nuclear.
Uno de los últimos incidentes tuvo lugar el martes en Estonia. Un avión ruso de reconocimiento Il-20 penetró en su espacio aéreo sin autorización. Moscú niega esta circunstancia y asegura que era un vuelo de rutina por una ruta establecida.
Y no sólo en el aire, también han detectado actividad submarina frente a las costas británicas y suecas. Precisamente Suecia afirma tener pruebas de la presencia de submarinos extranjeros, operando ilegalmente en sus aguas territoriales en octubre.
La tensión entre la OTAN y Rusia no para de aumentar desde la anexión de Crimea y el estallido de la crisis ucraniana.