Un intento más para alcanzar un acuerdo de mínimos.
Es lo que están intentado los representantes de los ciento noventa y cinco países presentes en la Cumbre de Cambio Climático de Lima al prolongar las reuniones tras diez días de infructuosas negociaciones.
“Tenemos que hacer un último esfuerzo. Debemos tomar una decisión política. Casi la tenemos”, decía el ministro de Medio Ambiente de Perú, Manuel Pulgar Vidal.
El texto que la presidencia del país andino quiere aprobar está estancado. El principal escollo es la frustración de los países en desarrollo ante lo que califican como un compromiso demasiado bajo por parte de los países industrializados.
Si el objetivo fijado es limitar el aumento del calentamiento global en dos grados, se requiere una reducción de los gases a efecto invernadero del 40% al 70% de aquí a 2050.
Una meta que no se logrará si los países más ricos no financian las energías renovables de los más pobres y la adaptación energética.
Tras veinte años de cumbres sobre el cambio climático, pocos han sido los resultados. Si la de Lima no consigue sacar un acuerdo, el próximo acuerdo que se aprobará en París el año que viene y que pretende actualizar el protocolo de Kioto podría quedar en aguas de borrajas.