Dilma Rousseff ha jurado el cargo como presidenta de Brasil e inaugurado su segundo mandato, de cuatro años, prometiendo un profundo ajuste fiscal para enderezar la desacelerada economía.Una reforma que ha dicho se hará con bajos sacrificios para los más pobres.
La llamada “Dama de hierro”, calificada en ocasiones como guerrillera, tecnócrata o “mujer de Lula” necesita reinventarse para enfrentarse a los nuevos retos.
“Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución, observar
las leyes, promover el bien general del pueblo brasileño, sustentar
la unidad, la integridad y la independencia de Brasil, así lo
prometo”, ha dicho.
La economista, de 67 años, tendrá que enfrentarse a una oposición más fuerte. Otros desafíos que esperan a Rousseff son el citado ajuste fiscal para enderezar la desacelerada economía, que este año tan sólo creció un 0,14 %, y una inflación en el límite permitido. También el gigantesco escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, que puede salpicar a varios de sus aliados.