La terapia electroconvulsiva (TEC), también conocida como electroconvulsoterapia o terapia por electrochoque, es un tratamiento psiquiátrico en el cual se inducen convulsiones utilizando la electricidad. La TEC se utiliza más frecuentemente para tratar cuadros de depresión mayor que no han respondido a otros tratamientos, pero también para tratar la manía (estado de ánimo muy eufórico, expansivo y/o irritable que puede ir acompañado de síntomas psicóticos), catatonia, esquizofrenia y otros trastornos mentales.1 Esta terapia comenzó a usarse en los años treinta; hoy en día se calcula que alrededor de un millón de personas en el mundo reciben TEC cada año,2 generalmente de 6 a 12 tratamientos administrados de 2 a 3 veces por semana. Existen tres variables fundamentales en la aplicación de la terapia electroconvulsiva: la colocación de electrodos, la duración de la estimulación y las propiedades electrofísicas de la estimulación. Por lo general se utiliza clínicamente cuando no hay respuesta satisfactoria al tratamiento con psicofármacos. Sin embargo, para al menos la mitad de las personas que reciben terapia electroconvulsiva, los beneficios son solamente temporales. Después de su aplicación se puede continuar con la terapia de medicamentos.