¿Para qué sirve la filosofía?
Enseña a pensar, nos dota de los rudimentos necesarios para la argumentación diaria, nos permite afrontar la vida con la necesaria distancia. Sirve para pensar mejor. La educación humanística no es sólo una educación en el saber sino en el saber ser y estar. Una de las mayores satisfacciones es enterarse de lo que ocurre y comprenderlo. La filosofía no puede enseñar a dónde nos dirigimos sino a vivir en la condición de quien se dirige a ninguna parte. Vivir sin filosofía equivale a permanecer extraviado entre los quehaceres cotidianos. Está íntimamente emparentada con los dilemas de la vida por múltiples vías: deshace la ambigüedad de los problemas y ayuda a tomar decisiones; analiza y aclara las ideas complejas de la ética, la política, la ciencia. Se dedica a buscar posibles explicaciones de cuestiones abstractas como lo válido, lo justo o lo injusto, lo cierto y lo falso y plantea preguntas olvidadas por la sociedad y útiles para su desarrollo. El filósofo tiene la misión de enseñar al pez a salirse de su red. Es una guía desde el desorden al orden, desde el mundo de las apariencias al mundo de la verdad.