Tras sufrir los peores atentados de su historia, Yemen teme más violencia. Los ataques contra mezquitas chiíes, en el viernes de oración, reivindicados por el grupo Estado Islámico, dejaron 154 muertos y cientos de heridos.
En su primer discurso desde su huida a la sureña Adén, el mes pasado, el presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi, ha pedido a los rebeldes del movimiento chií de los huitíes que retiren sus milicais de la capital y de todas las ciudades de Yemen, pongan fin a su dominio sobre las instituciones del Estado y devuelvan las armas que robaron.
Ante el deterioro de la seguridad, con varios frentes abiertos, Estados Unidos ha comenzado a retirar los últimos efectivos que quedaban en Yemen, encargados de operaciones antiterroristas. Eran los últimos estadounidenses en el país después de que Washington decidiera cerrar su embajada en Saná, el mes pasado.