Malasia e Indonesia se comprometen a acoger a los 7.000 refugiados que siguen atrapados en barcos en el golfo de Bengala, aunque con una condición. Lo harán siempre que la comunidad internacional ayude a su repatriación en el plazo máximo de un año. Tailandia, también afectada, no se pronció pese a participar igualmente en la reunión de urgencia mantenida a tres bandas en Kuala Lumpur.
“Hay una crisis humanitaria en alta mar. No se trata de política. Son vidas humanas las que están en juego. Por eso tienen que acordar algo que sirva para solucionar esta crisis humanitaria y al mismo tiempo mantener su prestigio en sus países”, explicaba por su parte Steven Wong, del Instituto de Estudios Estratégicos Internacionales de Malasia.
La mayoría de inmigrantes ilegales llegan de Bangladesh y Mianmar y son rohinyá, una minoría musulmana que huye especialmente de la persecución que sufre en éste último país.
En la última semana son unos 2.500 los que han desembarcado en Malasia e Indon