La crisis, los fracasos en las negociaciones, los reveses, amenazas y ultimátums no alteran la vida de muchos griegos, para quienes la vida sigue igual. Continúan con sus rutinas, como siempre.
“Voy a trabajar todos los días, nada ha cambiado. Ni siquiera mi sueldo, por suerte. Y siempre que tengo tiempo, voy a la playa”, dice un ciudadano griego.
“Por supuesto que estamos preocupados, porque no tenemos acceso normal a nuestro dinero, para pagar nuestras obligaciones. Pero, ¿qué podemos hacer, además de mantener la calma y esperar a ver qué pasa?”, se pregunta una anciana.
“Las cosas son más complicadas para mi negocio. Todavía estamos ajustando, no sabemos lo que va a pasar. Creo que lo lograremos. O bien los bancos reabrirán o aprenderemos a trabajar así”, señala un empresario griego.
Tras los primeros momentos de conmoción por las restricciones al movimiento de capitales, los griegos intentan retomar sus vidas a la espera de un acuerdo entre su Gobierno y los acreedores.
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