ELEGÍA PARA UN AMIGO
I
El crepúsculo nace para matar el día
y comienza el deceso con vientos de agonía.
La ambulancia no pudo rebasar a la muerte
y a la clínica entraba la mitad de tu suerte.
Quisieron revivirte, mas la ciencia no pudo;
lo que llamé esperanza se convirtió en un nudo.
La noticia era estaca que atravesaba el alma;
este adiós para siempre me robaba la calma.
II
Episodio funesto de velar un amigo;
te miraba a mi lado, mas no estabas conmigo.
Son tantos los momentos que guardo en mi recuerdo
que al poder revivirlos me duele el lado izquierdo.
Ningún consuelo puede lidiar con esta pena;
lágrimas en la sombra de mi oscura condena.
Inclinado a tu cuerpo te preguntaba triste:
si un ángel es eterno, ¿dime por qué te fuiste?
III
Vi llegar el momento de cargar el vacío,
en el féretro el cuerpo y en mi interior el frío.
Cementerio desierto donde se aborda viaje
a un lugar sin retorno y es gratis el pasaje.
Una vez que te dieron cristiana sepultura
probé el amago trago que te da la tortura.
Tu físico enterramos, pero quedó tu esencia:
tatuaje de lo eterno que te encuentra en la ausencia.
Raíces de la marea.
Copyright © 2011 José Luis Calderón