FEDERICO MOURA - DAILYMUSIC CONCERT TEATRO ASTROS 1985 - AUDIO ONLY
Muchas gracias, y hasta dentro de un año y medio… O tal vez un poco más…”, se despidió Federico Moura el 21 de mayo de 1988 en un recital en vivo que la banda dio en el Teatro Fénix de Flores. Para entonces, ya estaba mucho más flaco pero no había perdido el humor ni las ganas de bailar ni de cantar. Estaban en plena etapa de presentación de Superficies de placer, el último disco que grabó Federico, al último al que pudo ponerle la voz y el disco que hasta hoy sigue siendo motivo de felicidad.
Federico era hermoso. Delgado y de una profundidad tan grande que casi no cabía en su cuerpo. Tenía buen gusto para todo. Desde la indumentaria distinguida y colorida que lo vestía hasta en la forma de pensar las letras, las canciones, los shows la puesta en escena. Le escapaba a la oscuridad y por eso se puso sobre la espalda la tarea de ponerle luz nada más y nada menos que al rock argentino que para entonces se tornaba bastante doloroso.
Convirtió al rock en un espacio para bailar, le puso color, lo modernizó y lo obligó a sacudir la cabeza. "Para juntos practicar, nuevas formas de encarar / Esta densa realidad", se presentaba la banda en 1981. Casi a los codazos, se abrió camino en la etapa post dictadura de la música cargando el vacío de un hermano desaparecido.
Federico Moura nació el 23 de octubre de 1951. Era el cuarto de seis hermanos. Su papá, Pico Moura, era un abogado especialista en derecho civil. Su mamá Velia Oliva, maestra y pianista con quien aprendió a tocar el piano. Cuando todavía no había terminado la primaria, junto con Daniel Sbarra (que años después integró Virus), intentó su primera banda. Concretó el proyecto años después, en 1967 durante su adolescencia: Dulcemenbriyo, en pleno auge cultural y artístico de la ciudad de La Plata.
Años después, Federico, quien ya había vivido en Buenos Aires y se había instalado en Brasil luego de la desapareció de su hermano, retomó la idea de armar una banda. Junto a sus hermanos, Julio y Marcelo y los hermanos Serra, Mario y Ricardo dio a luz a la banda que marcaría la historia de la música. Castigados, criticados, inentendidos, por críticos, colegas y parte del público, se convirtieron en la vanguardia de la música del 80.
Virus con Federico debutó el 11 de enero de 1981 en la Asociación Universal en La Plata, luego tocó en el Teatro del Siglo en la capital donde se presentaban en dos funciones por fin de semana. Algunas notas periodísticas y el boca en boca, lograron que el público se acerque. Con varias canciones compuestas, Federico se acercó al sociólogo Roberto Jacoby, vinculado con el Instituo Di Tella, para que lo asesore en esto de darle un giro definitivo a las letras que la banda ya tenía compuestas. "En los comienzos de Virus, Federico había hecho una serie de temas que no le gustaban del todo, y como estaba al tanto de que yo escribía, un día me llamó para que nos encontráramos. Entonces me dejó esas canciones que tenían letra, pero que no había grabado todavía, y que iban a formar parte de Wadu Wadu, para que yo les diera una mirada. Para ese momento, Federico ya tocaba en sótanos y lo hacía en plena dictadura, un año después de que uno de sus hermanos hubiera desaparecido. Yo armé algunas canciones nuevas en base al material que me había dejado y otras quedaron como estaban, y así se cocinó ese primer disco", comentó Roberto Jacoby en una entrevista.
EL PRIMER MAQUILLAJE DEL ROCK. "Mientras se desarrollaba la Guerra de las Malvinas hicieron un espectáculo en el Teatro Olimpia durante cuatro sábados seguidos. Lo pensaron Federico Moura y Roberto Jacoby junto a un equipo de diseñadores, músicos y artistas. Quisieron hacer un espectáculo global con 14 cambios de ropa. Federico y Jacoby se encargaron del vestuario, e invitaron a trabajar con ellos a Jean Francois Casanovas, Viviana Tellas, Lorenzo Quinteros y Alejandro Cervera, coreógrafo del Baller de Danza contemporánea del San Martín", consigna el libro Corazones en llamas. Historias del rock argentino en los 80.
Pero la banda ya estaba consolidadada y Federico más que nadie sabía que esa banda, esa elección estética y ese glamour, iban a marcar un antes y un después en ese ámbito que se atrevió a renegar de ellos.
Pero esa languidez al borde del desmayo que el cantante de Virus supo desplegar en sus mejores momentos (de Relax a Superficies...; ese perfecto cometa de placer) era inaudita. Es cierto: también había algo distante, por momentos misántropo, en esa fragilidad de ojos demasiado azules. Pero era una distancia que no nos dejaba fríos. No congelaba. Al revés: nos calentaba si nos dejábamos seducir por esa lascividad que proponía. Toda la discografía de Virus es un exhortación a liberarse, a desatar los cuerpos. Y la voz de Federico fue el anzuelo.
FUENTES : http://todoshow.infonews.com/