En Outlast debes sobrevivir a la locura de violencia y muerte que encuentras en un manicomio abandonado. Con una historia aceptable, un control realmente bueno y muchos momentos de aflojamiento intestinal. Outlast prometía ser el juego más terrorífico jamás creado.
Lo que está realmente bien en Outlast es el control y cómo afecta al juego. Aunque se juega como cualquier otro juego en primera persona, el efecto de nuestros movimientos en pantalla es muy realista: el balanceo del cuerpo, cómo apoyamos las manos en suelo o esquinas, la forma de correr y mirar atrás, etc. Todo el control transmite realismo, movimiento humano, y te mete aún más en el papel del pobre Miles.
Una cámara de vídeo será tu única herramienta en el juego. Te sirve básicamente para ver en la oscuridad a través de su modo infrarrojos, pero se agotan las pilas cuando la usas y debes buscar recambios por el escenario. El recurso de la cámara ofrece muchos momentos agónicos en Outlast aunque es poco probable que te quedes sin batería porque el juego balancea la dificultad para regalarte pilas cuando más las necesites.