Lo que estamos viendo en Francia, puede ser una señal de alarma para todos los trabajadores, empleados y obreros del mundo.
Francia podría convertirse en el nuevo modelo laboral del siglo XXI, donde lo que menos importa es el ser humano. Por eso estamos viendo el incendio social que hay en las calles francesas. Marchas, protestas, gases lacrimógenos, heridos, violencia, peleas y más protestas.
El presidente francés, François Hollande, lanzó una reforma laboral para cambiar el panorama de los derechos del trabajador. El derecho al sueldo mínimo promedio de 1800 dólares al mes podría ser desaparecido fácilmente y el trabajador queda en la calle, sin dinero y sin empleo.
La reforma del presidente francés alega que quiere lo mejor para el país, sí, quizá a nivel corporativo, pero, cabeza por cabeza, los derechos humanos van al revés.
La reforma laboral que podría ser el modelo después aplicable en otros países, si es que no ya hay una peor, reúne estos polémicos puntos: Uno, la empresa se convierte en parte de la ley. Los acuerdos a los que llegue con sus empleados, podrían superar los derechos alcanzados por todo el gremio en el país. Es decir, adiós a los sindicatos, que los dejan con menos poder.
Dos: la empresa podrá despedir más fácilmente al empleado alegando problemas económicos, o incluso para ser más competente frente a las empresas rivales. Analistas creen incluso que las empresas pueden crear crisis ficticias para hacer un corredero de personas, despedir empleados y eliminar puestos de trabajo sin sufrir en su estructura económica.
Y tres: más esclavos… los empleados podrán trabajar hasta más de 46 horas por semana. Adiós a la semana francesa de 35 horas lograda por la izquierda hace 16 años, en el año 2000.
Las horas extra se pagarán con un extra de 10 % a diferencia del 25 % o 50 % actual. Es decir, trabaja más gana menos, y el problema es que esto lo puede decidir un convenio personal, entre empresa y trabajador, saltándose un intermediario que vele por los derechos colectivos.
Estos 3 puntos tienen aterrados y furiosos a los trabajadores franceses, al extremo que los lleva a convocar huelgas en casi todos los sectores, desde aviones hasta servicio de limpieza, desde la Torre Eiffel hasta las plantas nucleares. Hay escasez de combustible y riesgo de apagones, las 19 plantas nucleares repudian la ley laboral, amenazando el abastecimiento eléctrico.
Francia se está moviendo, ¿hacia dónde la quiere llevar Hollande?, la primera pregunta, ¿detrás de su reforma laboral no está de casualidad el Tratado Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) entre EE.UU. y la Unión Europea (UE)?
¿Y que no es otra cosa sino comenzar a obedecer las reglas del nuevo convenio que pretende más negocio, más dinero pero menos privilegios para la clase trabajadora?
Francia 2016, el principio del fin de muchos derechos laborales. El análisis, las preguntas y respuestas en Detrás de la Razón: a las diez treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, seis de la tarde; México y Colombia, doce del día; Madrid, ocho de la noche.