Miles de japoneses se han concentrado en Okinawa para mostrar su rechazo a la presencia militar estadounidense en la base de Futenna asentada aquí desde la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial.
Hartazgo exacerbado por varios crímenes cometidos por empleados de la base, entre ellos la violación y asesinato de una joven en abril a la que los concentrados han rendido tributo con un minuto de silencio.
En 1996 y en 2002 casos similares que implicaron a militares estadounidenses reunieron, también, a miles de japoneses. Entonces, para calmar a la población, el Gobierno nipón de centro izquierda decidió transferir la base a una región litoral de Okinawa menos poblada, un proyecto al que se opone ferozmente el gobernador de la provincia elegido, precisamente, por la población local para censurar el traslado.
El pulso con el gobierno conservador de Shinzo Abe defensor del proyecto no cesa de amplificarse. Una protesta simultánea ha tenido lugar delante del Parlamento a Tokio.