En un clima de tensión creciente entre Turquía y la Unión Europea, Ankara está usando el acuerdo sobre inmigración como arma arrojadiza. El gobierno turco ha vuelto a amenazar con anular el pacto, por el que se comprometen a contener el flujo migratorio hacia Europa a cambio de 6000 millones de euros, si la Unión Europea no pone fecha para la liberación de visados para los ciudadanos turcos. “Si la Unión Europea no pone fecha para garantizar la liberación de visados no implementaremos el acuerdo y no habrá otros avances en la materia. Nos preguntan si es una amenaza, pero nosotros no amenazamos a nadie, no chantajeamos a nadie”, ha declarado el ministro turco de Exteriores, Omer Celik.
Turquía también ha lanzado un órdago a Estados Unidos. Ankara ha advertido que están dispuestos a “sacrificar” las relaciones bilaterales si Washington no extradita al clérigo Fethullah Gülen, a quien responsabilizan del fallido golpe militar del pasado 15 de julio. “Ese hombre, que ordenó el bombardeo de Turquía y del parlamento, que apuntó con armas turcas contra el pueblo turco, recibirá el castigo que merece”, ha dicho el primer ministro turco Binali Yildirim ante diputados de su partido en el Parlamento.
Entretanto, en Turquía prosigue la purga masiva de personas presuntamente afines al clérigo Fethullah Gülen. Más de 2500 miembros de la Dirección de asuntos religiosos han sido destituidas y ya son alrededor de 16.000 las personas imputadas.