Las vacaciones de verano han acabado y los sindicatos han vuelto a las calles de diversas ciudades francesas para protestar contra la reforma laboral, aprobada en julio.
Además se ha hecho un llamamiento a la huelga en parte del sector público y privado; en este último, el parón de los controladores aéreos, que supone la supresión de vuelos en los aeropuertos de París.
Entre otros cambios, el texto prevé priorizar los acuerdos de empresa sobre los convenios sectoriales, ampliar los horarios de trabajo hasta las 48 e incluso, en “circunstancias extraordinarias” 60 horas semanales y facilitar los despidos.
En Marsella, los manifestantes se expresaban de esta forma:
“No sé si la derecha habría hecho esto. Es el decimotercer día que hago huelga y que no me pagan, pero aquí estoy para mostrar mi descontento al Gobierno”.
“No nos rendiremos, que vayan con cuidado en 2017”, decía otra mujer en referencia a las elecciones presidenciales.
Los sindicatos han asegurado que su objetivo es la derogación de la ley.
La decimocuarta jornada de protestas desde marzo ha acabado en enfrentamientos entre manifestantes y policía en Nantes y en la capital francesa, donde se han reunido más de 12.000 personas, cerca de la Plaza de la República.