El consumidor de cocaína esta mucho más propenso a sufrir daños en su cerebro debido a su consumo de drogas, aunque probablemente no se dé cuenta de los efectos hasta que el daño sea severo. Hasta ese momento, puede haber cambios en el cerebro que son “silenciosos”, es decir, que no muestran síntomas mientras el problema avanza. Si comparamos los escáneres cerebrales de los consumidores de cocaína con los cerebros de los que no consumen cocaína se verá que las arterias y las venas en el cerebro se estrechan después del uso de la cocaína. Es bien conocido que esto es debido a la constricción vascular asociado con la cocaína. Tal vez sólo se necesite tomar una pequeña cantidad de la droga para causar este cambio aun en consumidores ocasionales. Una revisión de los efectos de la cocaína, reveló que el 3% de los consumidores de cocaína sufrieron fuertes dolores de cabeza, a veces requiriendo hospitalización. Y el 3% sufrió convulsiones. La cocaína también puede hacer que la persona esté más propensa a sufrir convulsiones. La cocaína no sólo hace que los vasos sanguíneos se contraigan, también cambia la sangre de modo que es más pegajosa y más propensa a formar coágulos. Si se forma un coágulo de sangre en una de las arterias que ya se redujo por el abuso de la cocaína, pueden causar problemas fatales. Si la arteria carótida (en el cuello, el suministro de sangre al cerebro) o una arteria en el cerebro se ve afectada de esta manera, parte del cerebro puede perder su suministro de sangre, lo que resulta en un derrame cerebral. El derrame cerebral puede ser leve o mortal. Muchas de las personas que sufrieron un derrame cerebral inducido por la cocaína, inicialmente habían sufrido de dolores de cabeza severos en el área frontal con otros síntomas similares a los de la migraña.