El presidente estadounidense abre las puertas al coche sin conductor, pero quiere reglas comunes para todo el país antes de que este tipo de vehículos tomen masivamente las carreteras.
La administración federal va a pedir a los constructores que firmen 15 reglas de seguridad que se apliquen a esta tecnología en pleno auge.
Los constructores tendrán que explicar entre otras cosas, cómo están programados los coches para reaccionar en caso de que se presenten dilemas en la carretera.
Por ejemplo, en este vídeo del pasado febrero, un coche sin conductor de Google eligió chocar contra un autobús para evitar unos sacos de arena en una obra en Mountain View.
La Casa Blanca espera tranquilizar a los estadounidenses después del accidente mortal en Florida de un automovilista al volante de una Tesla con el sistema de piloto automático activado el pasado mayo.
Tanto la administración como los constructores están de acuerdo en que este tipo de coches pueden reducir las cifras de muertos en la carretera, casi 40.000 el año pasado en Estados Unidos.
Chris Urmson, director del programa de vehículos autónomos de Google:
“Creo que una de las cosas en las que tenemos que trabajar juntos es que esta tecnología tiene muchas posibilidades de salvar vidas, y el hecho de que el 94% de los accidentes en las carreteras se deban a errores humanos significa que si podemos reducir significativamente esa cifra introduciendo esta tecnología todos ganaremos.”
Actualmente, en Estados Unidos las reglas difieren según los estados, la mayoría exigen un conductor con carnet a bordo. Pero este es uno de los asuntos que quiere decidir la administración federal pese a las prerrogativas de los estados locales en la materia.
En Pittsburgh, Uber está haciendo ya pruebas de un servicio de alquiler de vehículos autónomos en las calles de la ciudad, muy abierta a este desarrollo tecnológico.
Bill Peduto, Alcalde de Pittsburgh:
“Es algo que nos ayudará a estar en primera línea de la nueva economía que se está construyendo alrededor de los coches autónomos.”
El potencial de los vehículos sin conductor ha desatado una carrera contrarreloj entre los constructores para ver quién será el primero que los ponga a circular de aquí a 2020.