Detrás de la Razón - Armas nucleares de Estados Unidos amenazan a Rusia

HispanTV 2016-10-03

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Un aire extraño circula en el mundo. Aunque el espectáculo diga que no. Aunque analistas lo nieguen. Aunque gobiernos lo rechacen.

Aunque no se vea claro. Pero el aire extraño está ahí. Es un viento que va y viene entre Washington y Moscú, que huele a misil, que huele a guerra. Es un aire nuclear. Y parece que en las más altas esferas lo saben, y lo están calculando.

A veces lo muestran en los medios, a veces no. Pero lo cierto es que está ahí, de otra manera no se podrían explicar las palabras del secretario de Defensa de EE.UU., y jefe del Pentágono, Ashton Carter, quien dijo que Estados Unidos siempre, siempre será el primero en apretar el botón del arma nuclear.

Lo dejó claro para el mundo, para Rusia e incluso se lo dejó claro al presidente Barack Obama, de quien recientemente se rumoró en los pasillos de la Casa Blanca que firmaría una declaración histórica donde EE.UU. renunciaría al derecho de apretar primero el botón que desate una tercera guerra nuclear mundial, como China que se comprometió a nunca ser el primer país en emplear el arma atómica.

Pero el del Pentágono dijo: "no". Ya con esto, aparece la primera pregunta: ¿Quién está arriba del secretario de Defensa de EE.UU., Obama? ¿O hay otros poderes que le pueden ordenar qué decir? Más aún, ¿qué planea EE.UU., el Pentágono? Lo que sea, la declaración está hecha, fue en la visita de Carter a la base de lanzamiento nuclear "Minot Air Force Base", en EE.UU., donde además dijo otra cosa más amenazante: que renovará, modernizará y reforzará el arsenal nuclear.

Pidió al Estado 108.000 millones de dólares. ¿Para qué EE.UU. está moviendo la ficha nuclear en este momento? El señor Carter mientras se daba el lujo de hacer estas declaraciones, se paseaba por las armas de la muerte. Visitó a los hombres de la oscuridad que viven bajo tierra las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y los 365 días del año, y que lo único que esperan es la orden del presidente, para prenderle fuego a lo que sería la Tercera Guerra Mundial (WWIII, por sus siglas en inglés), y lanzar los misiles intercontinentales, que dicho sea de paso, alcanzan cualquier objetivo del otro lado del mundo, en tan solo 30 minutos.

Los miles de millones de dólares se usarán para renovar los proyectiles atómicos instalados en tierra, los que van en los aviones bombarderos nucleares, y los que llevan los submarinos. Con todo esta presunción militar, Ashton dijo que la culpa la tiene Rusia, por recientemente, hacer ruido de "sables nucleares", al anunciar que mejoraría su armamento nuclear y según Carter, poner en duda el compromiso ruso con los tratados internacionales.

Desde Moscú no hubo tanto alboroto, la respuesta a Carter fue sencilla y a través de un comunicado. Moscú dijo que contestarían contundentemente cualquier ataque militar de EE.UU. El presidente Vladimir Putin desde el año pasado había anunciado que sus tropas siempre están listas y que su arsenal nuclear está listo y con el ánimo de no quedar obsoleto.

Empero, algún viento secreto lo saben en las altas esferas, porque no sólo EE.UU. La nueva primera ministra del Reino Unido, Theresa May, acaba de decir que también alista su flota de submarinos nucleares y que no dudaría en autorizar un ataque atómico. ¿Qué se baraja en Occidente? ¿Por qué toda esta muestra de poder y de aseveraciones temerarias, incluso desde el Kremlin? ¿Los gobiernos del mundo se están preparando para algo grande que sus pueblos no deben saber?

En su reciente debate, Hillary Clinton y Donald Trump, dejaron bien claro que lo que más les importa, aunque sean rivales, es quién aprieta el botón nuclear, porque ninguno de los dos quiso aceptar la propuesta (en la pregunta del moderador del debate) del presidente Obama, de desistir en ser los primeros en jalar el gatillo atómico.

EE.UU. siempre quiere ser el primero en apretar el botón. 'Detrás de la Razón' pregunta, los analistas contestan y usted en su casa concluye. La realidad, hace lo que quiere, y nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen.

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