El secretario general de Naciones Unidas ha confesado sentirse decepcionado por la escasa movilización de la comunidad internacional tras una tragedia que ha dejado más de 800 muertos y 175.000 desplazados.
“Vamos a movilizar recursos y apoyo médico para, antes de nada, prevenir y detener la epidemia de cólera y después apoyar a las familias de las víctimas”, declaraba Ban Ki-moon quien este verano reconoció que la epidemia desatada en 2010 tuvo su origen en un vertido de residuos fecales en un río por parte de miembros de la misión de la ONU en el país.
En Les Cayes, una de las zonas más afectadas, la desesperación es total. Sin comida ni agua, algunos vecinos han saqueado un camión de Naciones Unidas poco antes de la llegada de Ban Ki-moon. Los cascos azules han empleado gases lacrimógenos para dispersalos.
La ONU ha pedido cerca de 119 millones de dólares de forma urgente a la comunidad de donantes para ayudar a un país que parecen haber olvidado.