Comienza para Donald Trump una semana frenética en la que se espera que designe a los pesos pesados de su futura administración. Suenan con fuerza los nombres de algunos de sus incondicionales y de figuras de la ultraderecha. Así Rudy Giuliani, el exalcalde de Nueva York, podría ocupar el puesto de Fiscal General.

También aparece en todas las quinielas el nombre del expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, como posible secretario de Estado. En Defensa, es probable que Trump apueste por la experiencia del politólogo y militar Stephen Hadley, quien ya fue consejero de Seguridad Nacional de George Bush entre 2005 y 2009.

Como secretaria de Interior se apunta a una vieja conocida: la excandidata a la vicepresidencia de Estados Unidos Sarah Palin, figura ultraconservadora del “Tea Party” y exgobernadora de Alaska.

El neurocirujano Ben Carson, exrival de Trump durante las primarias, podría hacerse un hueco como secretario de Educación o de Sanidad. Miembro de la Iglesia adventista del séptimo día, representa al ala más conservadora del partido republicano. Pero para polémica, esa ha sido la elección de Stephen Bannon como estratega jefe y consejero principal de Donald Trump. El responsable de la campaña del magnate es también director de un portal de noticias de la derecha alternativa, que defiende la supremacía de la raza blanca y al que acusan también de antisemitismo.