Las fuerzas rebeldes sirias amenazan con romper esta última tregua, si las tropas del régimen sirio y sus aliados no cesan los enfrentamientos.

Aunque la calma prevalece, dos horas después de entrar en vigor el alto el fuego auspiciado por Ankara y Moscú, ya hubo combates violentos en el norte, en la provincia de Hama, según fuentes del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

Pero la fragilidad de la tregua no es lo único que preocupa a los civiles del este de Alepo:

“Dáesh cortó el agua en Alepo, nos han dejado sin agua potable, o nos matan o nos arrebatan lo necesario para sobrevivir. Todo esto es culpa del Estado islámico.”

Muchos de los civiles que abandonaron de foma voluntaria las zonas rebeldes de Alepo la semana pasada, recuperan ahora fuerzas en un campamento improvisado en Idlib. Atrás dejan familiares muertos y barrios devastados:

53,773 registered internally displaced people from eastern #Aleppo #Syria since 24 November in need of aid, see map https://t.co/f8r9Q82bAU pic.twitter.com/sVKQi8LERw— OCHA Syria (@OCHA_Syria) 26 de dezembro de 2016

“Nos marchamos por los continuos ataques con bombas, barricadas, bombardeos aéreos. Era un auténtico polvorín. No tuvimos más remedio que huir de la zona y abandonar nuestros hogares. Además, las tropas del régimen perdieron toda nuestra credibilidad”, cuenta Hassan Izzo.

Cerca de 35.000 personas fueron evacuadas de las zonas rebeldes de Alepo, después de reiteradas interrupciones en condiciones climáticas cada vez más extremas. Entre los evacuados había un centenar de pacientes gravemente heridos o enfermos.

El alto el fuego, auspiciado por Rusia y Turquía y aceptado por el Ejército sirio y por los rebeldes y grupos de la oposición, tiene como objetivo allanar el camino para una nueva ronda de negociaciones prevista para finales de enero en Astaná, capital de Kazajistán