Todos necesitamos sentirnos queridos, saber que hay alguien que nos ama y se preocupa por nosotros.
Cuando un niño no siente que sus necesidades emocionales están cubiertas, al llegar a adulto no ha aprendido a mantener relaciones sanas. Su forma de interactuar con otros está basada en la carencia, en el intento desesperado de satisfacer su vacío emocional.
El hambre de amor es la necesidad imperiosa de sentirnos amados, de ser alabados y reconocidos por las personas que nos rodean. El "amar demasiado" con la esperanza desesperada de que parte de ese amor nos sea devuelto.
Sin embargo, la persona siempre se siente decepcionada. Los demás nunca parece que nos devuelvan el suficiente amor para llenar el vacío de nuestro corazón.
Cuando sentimos hambre de amor, creemos amar al otro cuando en realidad nuestras relaciones son de miedo y dependencia. Exigimos a nuestros seres queridos que cubran nuestras necesidades emocionales, y les atamos tan fuerte que muchas veces provocamos que terminen abandonándonos.
Nos convertimos en un pozo sin fondo emocional en el que no importa cuanto amor entre, siempre nos sentimos vacíos. Y la única forma de llenar este pozo es cambiar el punto de referencia y dejar de buscar fuera lo que únicamente podemos encontrar en nuestro interior.
Solamente a través del amor a nosotros mism@s y de la autoestima es como podremos empezar a llenar ese vacío interno que sentimos.
Y una vez que empecemos a sanar nuestro corazón es cuando realmente podremos empezar a sentir el amor que viene del exterior. Porque no importa cuánto nos quieran otros, no somos capaces de sentir más amor del que ya hay en nuestro interior.
Espero que te sea útil.
Muchas gracias por compartir tu camino en la luz.