Tras 40 años, vuelve la ópera "Bomarzo" a los escenarios europeos

AGENCIA EFE 2017-04-25

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Madrid, 25 abr (EFE).- Hace cincuenta años "Bomarzo", la ópera de Ginestera, se prohibió por "indecente" en Buenos Aires. Y hoy su estreno en el Teatro Real, con desnudos incluidos, ha sido acogido con largos aplausos y algunas deserciones, en una noche donde los sueños, la belleza y el monstruo han llenado la escena.

El estreno de esta ópera compuesta por Alberto Ginestera (Buenos Aires, 1916-Ginebra, 1983) a partir de la novela de Manuel Mujica Lainez (Buenos Aires, 1910-Cruz Chica, 1984), autor también del libreto, ha sido todo un acontecimiento porque se trata de la nueva versión de una obra que no se veía desde hace 40 años en Europa.

Se estrenó en Washignton en 1967; después fue censurada por el militar golpista argentino Juan Carlos Onganía y su última representación en Europa fue en Londres en 1976.

Y hoy entre el público, que se mostraba tibio en sus apreciaciones, a unos les ha "gustado mucho" y a otros, les ha parecido "algo aburrida" -"puede ser que por la música-", decía una señora del patio de butacas, donde también esta noche se encontraban Isabel Penagos, la soprano que estrenó "Bomarzo" en Washington en 1967 y Georgina Ginestera, la hija del compositor, que considera que esta ópera es "el mejor trabajo" de su padre.

"Bomarzo", que es una adaptación de la novela de Mujica Láinez, una adaptación porque la totalidad del libro de casi 800 páginas daría para varias óperas por su infinito mundo, además de su carga simbólica, fantástica, histórica y erótica, cuenta la vida de Pierre Francesco Orsini, un noble italiano del siglo XVI.

Un hombre con una tara, que es jorobado, cuya vida se desarrolla en torno al bosque de los Monstruos de Bomarzo, al norte de Roma, y de quien toda su familia se ríe, incluido su padre el duque Orsini, que le considera un tarado homosexual, menos su abuela, aunque ésta es un personaje que también contribuirá a su desgracia.

Así esta noche el tenor británico John Daszak, que ha dado vida a Pier Francesco Orsini, no llevaba una joroba visible, salvo en algunas ocasiones, pero esta deformidad ha sido la protagonista, junto con toda la familia del noble, la causante de toda la tragedia que se produce en escena.

Un Pier Francesco lleno de dolor, rencor, inadaptado que construye un jardín con esculturas para mitigar ese sufrimiento y esa pena que marcan su vida.

Mujica Láinez invirtió la estructura de su novela para el libreto y relata la vida del que será duque de Bomarzo -tras la muerte de su padre y hermano- a modo de "flash-back", desde su decrepitud cuando echa una mirada hacia atrás y repasa todos los episodios desde que era niño, las maquinaciones de su familia, sus ambiguos deseos, la deslealtad de su esposa o su obsesión por la inmortalidad.

La ópera echa el telón con un niño pequeño aún en escena y el duque de Orsini ya muerto.

Un recorrido triste pero envuelto escénicamente por un mundo artístico y visual con los avances del siglo XXI que se adueña de la escena, c

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