El oso grizzly (Ursus arctos horribilis) es una de las subespecies del oso pardo (Ursus arctos) más grandes del planeta, que suele vivir en las tierras altas del territorio norteamericano. Es un animal solitario, excepto durante la temporada del desove del salmón, cuando se junta un enorme número de osos en arroyos y zonas costeras para alimentarse. El oso grizzly es el tercer omnívoro más grande de Norteamérica, después del oso polar y el oso kodiak. Puede alcanzar pesos de hasta 550 kg, aunque ciertos especímenes de la península de Alaska han llegado a pesar los 680 kg. Miden 1 metro a los hombros al estar postrados sobre sus 4 patas, mientras que al posarse sobre sus patas traseras, alcanzan los 2,4 metros. Como todos los osos pardos, se distingue del oso negro por una gran joroba en su espalda. La joroba se encuentra formada por masa muscular que potencia las patas delanteras del animal y lo ayuda a excavar guaridas rápidamente. Sin embargo, las patas traseras siguen siendo más potentes que las delanteras.
Los músculos de las patas traseras son lo suficientemente fuertes como para que el oso pueda apoyarse únicamente sobre ellas, y hasta le permiten caminar cortas distancias en forma bípeda. Puede alcanzar los 55 kilómetros por hora al correr. La principal diferencia entre esta y otras subespecies de oso pardo son las garras, que en el oso grizzly son proporcionalmente más grandes que las de otras especies, y una porción de pelo con puntas plateadas en la espalda, característica que le da nombre al animal (grizzly = ‘entrecano’). Anecdóticamente, cuando el naturalista estadounidense George Ord nombró formalmente al animal en 1815, confundió la palabra ‘grizzly’ con ‘grisly’, que en inglés se refiere a algo ‘repelente’ o ‘terrible’, y lo nombró con el sufijo horribilis.