VOX POPULI VOX DEI, DICE UNA VIEJA SENTENCIA DE ORIGEN PLATÓNICO.
No hay nada mejor que escuchar la "vox populi", cuánto más diversa y plural mejor, para comprender cómo se percibe la Institución monárquica en el reino. En la democracia ateniense Platón, aunque reconocía el valor democrático de la "doxa", de la opinión del pueblo, no era partidario de tomarla de modo absoluto porque siempre podía pecar de impulsiva, como comprobamos en las diveras intervenciones de la videola que presentamos. Durante el Renacimiento, Maquiavelo, del que tanto debe aprender un royal, siempre recomendó estar atentos a la "pubblica voce". John Locke, a finales del siglo XVII, distinguía la ley divina, la ley estatal y la ley de la opinión pública. Otro egregio pensador de la filosofía política, David Hume, sostuvo en 1741 que todo gobierno depende de la opinión pública. Rousseau apela al concepto de "opinion publique". El Oxford Dictionary británico introduce el concepto de "public opinion" en 1781. Stuart Mill y Tocqueville valoraban la vox populi como una forma de limitación del gobernante. Ha sido tradición decimonónica considerar a la función periodística o a la prensa como intérpretes de la opinión pública, de manera que se configuró a la libertad de información y a la libertad de prensa e imprenta, como derechos inescindibles de una sociedad democrática, pero este paradigma ha quedado superado hoy con la revolución de internet y las redes sociales, mediante las cuales la formación de la opinión pública ya no necesita intérpretes ni intermediarios que, generalmente, han sido meros intrumentos serviles del poder político, muy mediocres y falsarios, allí donde la esta libertad es muy pobre o sujeta a restricciones. Hay muchos países, como España, en los que la prensa ha sido y es repugnantemente corrupta y desinformadora, aparte de un estamento endogámico y corporativista, precisamente porque en este país la libertad de prensa y de información es todavía muy reciente, como lo es su sistema democratico.